sábado, 18 de febrero de 2017

Del papel a la gran pantalla #1: Metropolis

Bienvenidos y gracias por dedicar unos minutos de vuestro tiempo a leer el primer blog de una nueva sección que, si todo sale bien, espero poder seguir publicando y en la cual hablaré de mangas que han sido llevados a la gran pantalla y la encargada de abrirla no es nada menos que la gran Metropolis, re/desconocida obra de Osamu Tezuka que fue llevada a los cines de la mano de Rintaro.


Metropolis es una de las primeras obras de Tezuka. Nos tenemos que remontar a septiembre de 1949, cuando un joven y aún inexperto Osamu Tezuka de unos 21 años apenas comenzaba a dedicarse en cuerpo y alma a la creación de mangas, dispuesto a revolucionar el mundo de las historietas. Siempre hay una primera vez para todo y esto también se aplica al dios del manga. Metropolis nace en una etapa en la que ni el arte ni la narrativa de Osamu habían alcanzado la madurez como lo hacen en obras posteriores como Oda a Kirihito o la mismísima MW.


El manga nos presenta una premisa muy interesante y un trasfondo, digamos, oscuro. Allá por el lejano verano de 19XX en Metrópolis, se celebraba una importante conferencia científica. A ésta acudía el reconocido Dr. Laughton, quien había estado intentando crear vida a partir de células sintéticas, pero había chocado de bruces con el mayor fracaso de su vida. Corre la voz de que el terrible Partido Rojo, liderado por Barón Rojo, se ha infiltrado en dicha conferencia con unos fines algo turbios: forzar al Dr. Laughton a crear un súperhumano capaz incluso de volar a imagen y semejanza de una preciosísima estatua de marfil. Cuando aparecen unas misteriosas manchas en el Sol que hacen que el nivel de radiación ascienda, provocando el repentino e inesperado éxito en la investigación del Dr. Laughton. En medio del pánico, el Partido Rojo aprovecha para amenazar al doctor, quien, sin más opción, atiende a sus órdenes creando a Michi, un androide transgénero con grandes capacidades, pero no está dispuesto a que el androide se convierta en un arma en manos del Partido Rojo, por lo que provoca un incendio, fingiendo la pérdida de Michi y escapando para poder darle a su creación una vida "normal" como humano. Mientras tanto, Barón Rojo remueve cielo y tierra para encontrar a Michi y así, dominar al mundo. Contra todo pronóstico la historia es llevada de forma cómica, apresurada y con mucha ligereza. Tiene un tono casi paródico con una ingente cantidad de conveniencias, referencias y locuras difíciles de ser tomadas en serio y que dan paso a pura acción y entretenimiento. Ejecución algo atropellada, pero con un dinamismo y vividez envidiables propios del entusiasmo y juventud dominantes en sus primeras obras. No da tiempo a que pienses mucho en qué está ocurriendo, en su lugar da paso a una explosión de diálogos y acción trepidante y vertiginosa que incita a aquellos que logran abordar esta obra libre de prejuicios a pasar las páginas de forma fugaz y ansiosa por saber qué extravagante suceso tendrá lugar después y cómo concluirá semejante mezcla. Pero esto no se aplica a todo el mundo, pues Metropolis peca de poder aburrir y saturar fácilmente al lector más casual.


Metropolis presenta una amalgama de géneros entre los que destacan la acción, la ciencia ficción, el drama y sobre todo, aunque no venga catalogado como tal, la comedia. Una comedia infantilona capaz de obstaculizar el desarrollo de una obra con potencial. Es más ambiciosa que obras previas como La nueva isla del tesoro y cuenta con elementos muy interesantes, que desgraciadamente no son abordados de la forma más idónea, pero que sirven de ensayo para futuras obras y muestran trazos de la visión de Tezuka, muy contraria a su tiempo. Pero la poco acertada forma de manejar la historia se desvía y distrae de los conceptos verdaderamente atractivos del manga: transgeneridad, reflexiones sobre la existencia, la búsqueda de identidad de Michi y de sus verdaderos padres, la avaricia y maldad del hombre presentes en los integrantes del Partido Rojo, especialmente su líder, que ni siquiera pestañean al impedir el cumplimiento de la tan noble hacienda de Michi para poder cumplir con sus malvados planes, el avance de la ciencia y las amenazas que pueden conllevar su mala aplicación, la revolución de los seres artificiales oprimidos contra la tiranía de los humanos. El mismo Tezuka comentó que debido al límite de páginas no pudo incluir ciertas cosas ni llevar otras de la forma que originalmente había pensado, tuvo que ajustarlo para que cumpliera con el formato acordado con Ikuei Shoppan y este recorte en el número de páginas desgraciadamente afectó de forma muy negativa al ritmo y calidad de la obra. Resultando que todos estos temas tan prometedores no sean tratados en profundidad como deberían y que lo que debería de ir desenvolviéndose con calma y detalle se desarrolle a una velocidad de infarto.


Son apenas 160 páginas y no hay espacio para que el amplio elenco de personajes reciba mucha profundidad y desarrollo, pero reciben caracterización, algo escasa, pero aceptable dada la naturaleza de la obra. Por un lado tenemos a Michi, un personaje de lo más curioso, arquetipo del futuro Astro Boy, el personaje está inspirado en el androide de una imagen promocional de la legendaria película alemana de 1927, también llamada Metropolis; e incorpora características tan interesantes como el ser un poderoso androide transgénero, toda una novedad que rompía con los tabúes de la época (e incluso ahora) que deja claro que Tezuka era un hombre con unas visiones adelantadas a su tiempo. Por otro lado, al Barón Rojo, un malvado y nada empático político y que ambiciona con ansias tener todo el poder sobre el mundo y que para lograrlo necesita a Michi y que no duda en cometer horribles actos para lograr aquello que anhela, pero no destaca por nada más y como villano deja mucho que desear. Mientras que Kenichi es nuestro ya acostumbrado joven héroe de buen corazón que trata de salvar a nuestro protagonista, Michi. Dr. Laughton es un científico frustrado que busca proteger desesperadamente a Michi. Y Shunsaku Ban es un hombre mayor algo cascarrabias, pero con buenas intenciones y rasgos graciosos, dispuesto a descubrir las artimañas del Partido Rojo a cualquier riesgo y cumplir con la petición de Laughton de mantener a Michi a salvo y procurar que pueda continuar "viviendo como una persona común".



El estilo de dibujo es muy caricaturesco, fuertemente influenciado por Walt Disney y, de hecho, parodia a éste con las ratas que se han convertido en gigantes por la radiación de las manchas negras del Sol.


El diseño de personajes es simple e infantil, con rasgos prominentes y distintivos que facilitan el reconocimiento de éstos, véase el Barón Rojo, a lo largo del manga aparecen personajes con grandes narices, pero ninguna como la del villano, lo que también proporciona material para chistes. En cuanto a los escenarios, pese a ser bastante simples, son buenos y cumplen con su función a la hora de situarnos en el lugar en que se desarrolla la acción. Especialmente los fondos de la gran ciudad. Una ciudad abarrotada de gente, con un desarrollo científico-tecnológico notable, en la que predominan los grandes edificios y rascacielos y que está sumida en el caos y desconcierto por la imparable evolución de la ciencia y amenazada por los siniestro planes del Partido Rojo. Todo esto establece un muy buen marco cyberpunk, pero que es eclipsado por el peculiar tono de la obra. Pese a ser un estilo de dibujo con encanto y consistencia, esto no quita el hecho de que es un dibujo totalmente obsoleto en la actualidad, con una capacidad impresionante para repeler a un gran porcentaje de los posibles (y escasos) curiosos y que no casa muy bien con la historia original del manga.


No puedo valorar semejante obra de la misma manera que una serie actual, es injusto calificarla mediante el sistema que solemos utilizar, la naturaleza y las circunstancias de ésta no eran las mismas que las actuales y el tono infantil de la obra complica esto aún más. Data de 1949, y desde entonces ha llovido mucho y por suerte Osamu mejoró a pasos agigantados después de esto, ya que este manga está bailando entre la línea de lo mediocre y lo medianamente decente y es innegable que es una obra que no ha envejecido muy bien con el paso del tiempo. Desde luego, es entretenida y sus peculiaridades no dejan indiferente a nadie, y es esencial para aquellos que disfruten del trabajo de este magnífico autor o tengan interés en indagar sobre los orígenes de este arte tal y como lo conocemos hoy y su evolución, pues fue todo un hito en su época, pionera y revolucionaria, un gran aporte a la ciencia ficción. Pero que sólo puede ser disfrutada olvidando todos los estándares a los que nos hemos acostumbrado, desconectando y dejándonos llevar.
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Contrario a lo que muchos puedan pensar, la película no es una fiel adaptación del manga, de hecho, no es muy apropiado catalogarla como adaptación, ni mucho menos como un remake de la legendaria Metropolis de Fritz Lang tal y como aparece catalogada de forma totalmente errónea en algunos lugares viendo el gran número de confusiones que esto ha generado.


La película de forma algo similar al manga, nos traslada al futuro, a Metropolis, una ciudad rica, enorme, frenética, con un avance tecnológico-científico brutal y aparentemente bonita en la que viven humanos y robots. Pero Metropolis está lejos de ser un lugar muy agradable. Como en toda obra cyberpunk que se precie, los gigantescos rascacielos y las brillantes luces de la ciudad esconden algo muy turbio: una sociedad estratificada en la que humanos y robots no coexisten como iguales, sino que estos últimos son obligados a vivir como esclavos en las alcantarillas, considerados indignos de convivir con los humanos, cuya supuesta superioridad les permite tratar a los robots como basura, acusados de robar los puestos de trabajo a las personas. Se puede palpar la inminente amenaza del influyente Barón Rojo, que se levanta desde las sombras como el verdadero gobernador totalitario de Metropolis, secundado por la organización radical de los Marduk, liderado por su hijo adoptivo, Rock, que desprecia desde lo más profundo de su podrido corazón a los robots. La inauguración de un arma de destrucción masiva, el Ziggurat, para devolver a la raza humana su lugar en la cima del mundo pone en peligro no sólo los ya escasos derechos de los desgraciados robots, sino también la "paz" en la difícil convivencia entre ambos bandos. Pero se necesita algo más para poner en marcha este maquiavélico plan: la construcción de un robot perfecto a imagen y semejanza de su hija fallecida, Tima, para ocupar el trono del Ziggurat, encargada al científico loco Dr. Laughton. Mientras nuestros protagonistas, Kenichi y su tío, Shunsaku Ban, ajenos a esto, que investigan al Dr. Laughton por tráfico ilegal de órganos se ven envueltos en el conflicto.


Presenta un planteamiento muy diferente al manga, que no deja de ser atractivo. El que pareciera ser su hándicap, es una fortaleza, aunque no una muy sólida. Al desligarse parcialmente del material original consigue sostenerse por sí sola. Mantiene la inconfundible esencia del estilo de Tezuka, bebe de tal y cual obra del dios del manga y se inspira vagamente en el aclamado largometraje alemán Metropolis, pero está lejos de incorporar todos sus elementos a la obra y de hacerlo con su maestría. Metropolis prescinde de la comedia infantil del manga y adopta un tono más serio, más oscuro, y un ritmo muchísimo más apaciguado. El cyberpunk se hace mucho más notable. Sin embargo, maneja la historia de forma poco satisfactoria, ésta se va desenvolviendo a trompicones.


El largometraje arranca con fuerza, construyendo el ambiente ideal para el desarrollo a base de escenarios que quitan el aliento, se muestra cómo la sociedad está dividida en clases, siendo los robots relegados a los estratos más bajos, viviendo en la miseria bajo tierra, en un escalón por encima, los desempleados viven reprimidos, furiosos y hartos de que los empleos les sean "robados" por los robots y el gobierno no actúe ante esto, mientras que las personas ricas e influyentes se bañan en lujos en la superficie de la ciudad, luchando entre ellos por el poder de la ciudad. Pero va perdiendo fuelle a gran velocidad, esto es debido a la poca competencia del equipo. Rintaro es un director con mucha experiencia, con sus aciertos y muchos desaciertos y con Metropolis cava su propia tumba. Y el guión de la mano del famosísimo Katsuhiro Otomo no termina de compensar la dirección de Rintaro. Como no podrías ser de otra forma, Otomo no duda ni un segundo en aportar su granito de arena: revueltas, tensión social, corrupción, escenarios decadentes... Pero por muchos ingredientes atrayentes que sean añadidos, si la base falla, el producto como conjunto suspende. Si el saco está roto, aunque lo satures con parches llenos de referencias a la mítica obra de Fritz Lang y subtramas que luego son completamente olvidadas, el saco sigue estando roto, esto no tapa un guión y ejecución deficientes. La película coge un poco de impulso hacia el final de la obra, cerrando con broche de oro, pero ya es demasiado tarde, poco puede compensar a esas alturas, tras estar una hora vagabundeando sin un rumbo claro.

Algunos de los sutiles mensajes que podían leerse entre líneas en el manga son transformados en "obviedades", otros tantos son desechados y otros propios son incorporados. No es una película compleja, tiene un concepto fácil de entender y transmite de forma clara y certera su mensaje y éste es su mayor punto a favor, que da paso a la reflexión del aplastante avance de la tecnología, que va rompiendo gradualmente sus lazos con la ética y cómo esto nos va corrompiendo, el temor del hombre a la máquina, la discriminación a aquellos diferentes a nosotros...


La plantilla de personajes es modificada, se reduce el casting, se prescinde de papeles irrelevantes e incluye otros nuevos, pero no supone ninguna mejora notable, de hecho, los personajes son el mayor problema que arrastra el filme. Destaca sobre todo la sustitución del personaje de Michi por Tima, suponiendo la pérdida del interesante enfoque que le había dado Tezuka a su manga, ya no tenemos el potencial de un protagonista transgénero que rompe con lo establecido, en su lugar tenemos a un eje central de la obra completamente insulso incapaz de causar el menor ápice de empatía en el espectador por sí mismo, con un buen planteamiento recogido del manga pero mal desarrollado, cuyos dilemas existenciales quedan reducidos a un nivel muy básico y cuya atracción y relación con Kenichi es sumamente forzada. Otro punto a señalar es la incorporación de Rock, famoso personaje del Star System de Tezuka habiendo protagonizado y aparecido en obras como Black Jack y Astroboy y que ha demostrado ser un personaje de lo más carismático y polifacético. Esta vez, el foco del antagonista que se centraba anteriormente en el Barón Rojo, comienza a girarse hasta alumbrar a Rock, proyectándolo como la viva imagen de la xenofobia y el racismo, un muchacho de ideas fascistas y radicales que no duda en recurrir a la violencia y ocasionar muertes en su afán desmesurado por proteger a su padre de los robots, siendo uno de los personajes clave que hace que la trama se mueva. Sin embargo, pese a estar perfectamente cualificado para convertirse en un magnífico personaje y hacer de la película una experiencia increíble y presentar una caracterización ligeramente superior a la mayoría de los otros personajes, esta oportunidad de oro es tirada por tierra, aún siendo el personaje más interesante de la obra, prácticamente pierde su inconfundible carisma y nunca se nos da una justificación para sus acciones, no conocemos los motivos que lo han llevado a comportarse de tal forma, no sabemos nada de él, lo que hace imposible comprender al personaje. El robot asignado a Kenichi y Shunsaku para ayudarles en su investigación, Pero, durante la primera mitad del largometraje actúa como vehículo para mostrarnos el horrible mundo de Metropolis y cómo éste funciona, reforzando el mensaje de la obra y cumple muy bien con su función, pese a no ofrecer gran cosa y resultar algo desaprovechado. Dicho esto, el único personaje verdaderamente beneficiado en la película es el Barón Rojo, que se alza entre todos los mediocres personajes y los mira con desprecio. Aunque no se le da mucha profundización ni tampoco pasa mucho tiempo en pantalla, dado el carácter de la película, no lo necesita. Está bien caracterizado y logrado, presenta unos objetivos e ideales convincentes y funciona como representación de la arrogancia y la codicia y ayuda a transmitir el mensaje de la obra con claridad, mostrándonos las nefastas consecuencias que esta actitud egoísta supone, aunque todo esto provoca que el personaje sea algo demonizado. El resto ni siquiera merecen una mención más allá de lo previamente expuesto.


Cuenta con un apartado audiovisual asombroso digno de la gran Madhouse. Un espectáculo para nuestros ojos que se cierne imponente al momento de retratar la urbe de Metropolis, el monumental Ziggurat y el caótico encanto de las zonas de los "bajos fondos". La influencia de Tezuka y su longeva obra proporciona un ambiente retrofuturista. La animación es fluida y detallada, con escenarios exquisitos que cumplen a la perfección con su función de situarnos en este mundo distópico y el CGI está bastante bien implementado, siendo utilizado para animar la impresionante ciudad, que evoca a la Metropolis de 1927, a la que homenajea.

Metropolis, Fritz Lang (1927)

Si bien es totalmente comprensible que el diseño de personajes sea fiel al original y los nuevos personajes introducidos tengan un toque tezukiano al tratar de trasladar la esencia del arte de Tezuka a la gran pantalla, no se puede ignorar el hecho de que el estilo le resta credibilidad a la película y resulta algo anticlimático, ya que choca con las características de la película, que se intenta alejar de la comedia y aspecto infantil para tomarse mucho más en serio. Esto es acompañado por una paleta de colores bastante extravagante teniendo en cuenta el marco cyberpunk en el que se desarrolla, pero, en general, bien utilizada.

En cuanto al apartado sonoro, Toshiyuki Honda hace una apuesta muy interesante para la banda sonora, la acción se desarrolla a ritmo de jazz y swing, alternando melodías frenéticas y melancólicas siempre bien implementadas, dando lugar a una banda sonora sobresaliente. Del resto poco hay que decir, el jazz roba toda la atención, la actuación de los seiyuus, al igual que los efectos de sonido, es buena, pero nada destacable.

Aquí la película derrocha calidad de forma descarada y, precisamente, las escenas que tan sólo son una exhibición de las espléndidas habilidades del equipo de animadores respaldada por una potente canción de fondo son las que más fuerza tienen y mejor logradas están, véase hacia el final de la película las escenas de destrucción al son de I Can't Stop Loving You de Ray Charles, dando como resultado un clímax explosivo. Pero es que Metropolis se apoya tanto en su brillante apartado técnico que descuida por completo la parte más importante para que una obra funcione, que queda sepultada por la inmensidad de su decorado: su historia, su ejecución y, sobre todo, sus personajes.


Las reacciones más comunes hacia Metropolis son, o convertirla en objeto de abundantes elogios o bien convertirla en objeto de desprecio por su particular apartado visual y ritmo, ambas reacciones a la hora de abordar esta obra son completamente inmerecidas. No es ninguna obra maestra, ni siquiera es excelente como muchos la pintan, así como tampoco es una horrible producción. Es decente, una opción interesante especialmente para aquellos amantes de la ciencia ficción acompañada de unos aspectos técnicos increíbles.


El peso de los años y nuestros prejuicios han ido construyendo una muralla alrededor del manga convirtiéndolo en una obra casi impenetrable para el público más casual, tal que parece la inexpugnable fortaleza de Nido de Águilas, pero la película se encarga de construir para aquellos que quieran ir más allá un sendero que permita y facilite su acceso a ella sorteando numerosos obstáculos como lo puedan ser el peculiar estilo de dibujo, el comprimido formato y las posibles decepciones. La primera sólo es recomendable para aquellos capaces de dejar a un lado la concepción de manga convencional y quieran adentrarse en los poco explorados y valiosos terrenos de los comienzos de este mundo tal y como lo conocemos hoy. La segunda, a cualquiera que busque una obra de ciencia ficción para simplemente pasar el rato. Al final, quien mucho abarca, poco aprieta y Metropolis es eso, las ambiciones de sus autores.

Gracias por leer. Todas las críticas son bienvenidas.

Este blog también puede ser leído aquí: http://aminoapps.com/page/anime-es/7450831/del-papel-a-la-gran-pantalla-1-metropolis

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